FUJIMORI DIRIGIO CAMPAÑA PARA SU
ILEGAL REELECCIÓN
Las recientes revelaciones de la testigo Maltide
Pinchi Pinchi en el proceso denominado “juicio de los diarios chicha” ha
derribado la coartada fujimorista que pretendía afirmar que las actividades
realizadas por Vladimiro Montesinos con ese propósito se llevaron a cabo sin
conocimiento de Alberto Fujimori.
Pinchi Pinchi, testigo en este proceso, que se
acogió a colaboración eficaz en febrero del 2001, ha brindado información de
primera mano con varios datos hasta ahora no conocidos. Que en la campaña para
la ilegal reelección de Fujimori del año 2000, se gastaron 100 millones de
dólares desviados de los recursos públicos asignados a los presupuestos de la
Marina, FAP y Ejército, y a los ministerios de Defensa e Interior.
Las revelaciones de Pinchi Pinchi y de otros ex
funcionarios civiles y mandos militares que han brindado testimonio en este
proceso, confirman que la operación de compra de los medios no fue un hecho
aislado y propio; correspondió a la ejecución de un plan debidamente organizado
cuyo objetivo único fue la reelección de Fujimori. Esa razón hizo de la masiva
compra de medios una parte de la campaña y el elemento de un todo
reeleccionista sobre el que Fujimori tuvo conocimiento y dirección. Luego de estas
revelaciones resulta risible presumir que Fujimori se mantenía al margen de la
campaña que iba a extender ilegalmente su mandato.
Según los testimonios, Fujimori era
informado y aprobaba los titulares de los diarios comprados por el gobierno y
se mantenía al tanto de las operaciones de compra de la línea de los medios de
comunicación. La campaña fue a todo dar; incluyó la compra de polos, gorros,
pintado de paredes, traslados, publicidad televisiva, y pagos a congresistas y
a jueces. Las necesidades organizativas de esta ilegal campaña obligaron a que
los dos directores de esta, Fujimori y Montesinos, dispusieran la
construcción en la sede del SIN, del aula Gris, un comando de campaña donde
llegaban los generales y jefes de las regioLa segunda conclusión que se
desprende de los testimonios recaudados es la centralidad de las instituciones
militares y de la Policía en la reelección de Fujimori, convertidos en centros
de financiamiento y aparatos de campaña electoral, una grosera violación de su
mandato de neutralidad y no deliberancia, una manipulación que llevó aparejado
el envilecimiento y la corrupción.
Ahora se sabe con certeza que un poder superior
corrupto y corruptor les impuso cupos que solo podían conseguirse echando mano
a las arcas del Estado. Las cuotas reeleccionistas oscilaban entre 280 y
300 mil dólares mensuales por cada instituto armado, en tanto que el Ministerio
del Interior entregaba 2 millones de soles y el de Defensa más de 13 millones
de soles. Nuestras FFAA y la Policía Nacional no merecían tal subestimación ni
ese trato vejatorio resultado del cual fueron las decenas de oficiales y
subalternos procesados y condenados por corrupción.
Una tercera conclusión de los testimonios en este
proceso es la violenta trasgresión de las normas y principios en la gestión pública
por quienes aspiran pasar a la historia como paradigmas de eficacia. Las
informaciones dan cuenta del uso de dinero contante y sonante, el traslado de
recursos en cajas y sobres, la decisión de realizar obras sin estudios previos,
y una clamorosa falta de control.
Ese pasaje de nuestra historia, que la justicia juzga y que la memoria nacional no debe olvidar, tampoco debe repetirse. (editorial del diario LA REPUBLICA)
Ese pasaje de nuestra historia, que la justicia juzga y que la memoria nacional no debe olvidar, tampoco debe repetirse. (editorial del diario LA REPUBLICA)